Opinión | Textamentos
Pobres hijos ricos
Con los nuevos vientos, tener un padre o una madre ricos ya ni siquiera te asegura la libertad financiera

Flavio Briatore con el piloto argentino de su escudería, Franco Colapinto
El millonario italiano Flavio Briatore, empresario y exdirector deportivo del equipo Renault de Fórmula 1, ha afirmado en una reciente entrevista que a su hijo Falco, de 15 años, le da una paga de 500 euros al mes.
Asumo que esa cifra —respetable aunque pequeña teniendo en cuenta el potencial económico de su padre— se ajusta a la realidad. Si algo temen los millonarios es que, por haber nacido en casa “bien”, sus hijos se comporten como unos estúpidos que se creen con derecho a todo.
Por este motivo vamos conociendo cada vez más casos de padres ricos que optan por no dejarles herencia a sus hijos —o bien reducirla a su máxima expresión— a favor de causas filantrópicas: Bill Gates, Mark Zuckerberg, Daniel Craig, Sting, George Lucas, Warren Buffet… La suma de las fortunas de estas personas supera ampliamente el producto interior bruto de muchos países, pero sus pobres hijos tuvieron que ahorrar cuando quisieron comprarse unas zapatillas de moda. Como suele decirse: en casa de herrero, cuchillo de palo.
Amasar dinero o crear tecnología para luego alejarla de tus hijos, como si fuera una amenaza latente, es una contradicción tan turbadora como plausible. La intención de estos padres tan listos, ay, es impedir que sus hijos se vuelvan tontos
Algo similar ocurre con ciertos ingenieros de Silicon Valley. Aun siendo activos de la cuna global de la innovación tecnológica, algunas de estas mentes privilegiadas impiden que sus hijos se arrimen a una pantalla. Se trata de evitar que la tecnología que ellos, los padres, desarrollan día a día incida negativamente en la salud y el bienestar de sus retoños.
Amasar dinero o crear tecnología para luego alejarla de tus hijos, como si fuera una amenaza latente, es una contradicción tan turbadora como plausible. La intención de estos padres tan listos, ay, es impedir que sus hijos se vuelvan tontos.
El mundo es extraño, muy extraño, y la familia, aún más. Con los nuevos vientos, tener un padre o una madre ricos ya ni siquiera te asegura la libertad financiera. Qué lío, ¿verdad? Quizá tenga razón el Talmud cuando dice que «el hombre hace planes y Dios se ríe».
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