Opinión | La mirada

Cáceres

León XIV cumple un mes

Un vistazo por las decisiones tomadas por el pontífice durante los primeros treinta días

León XIV recibe al presidente argentino, Javier Milei, en audiencia en el Vaticano

PI STUDIO

Cuando leáis estas líneas el papa León XIV habrá cumplido un mes desde su elección como sucesor del pescador de Galilea. Aunque sea pronto (que menos que dejar pasar los cien primeros días), vamos a tratar de presentar las primeras reacciones sobre su modo de actuar y sobre sus primeras decisiones. 

La personalidad del anterior era tan peculiar, que las referencias, queramos o no, son inevitables. Las vestiduras papales utilizadas por el papa estadounidense el mismo día de su elección, con las que se presentó a los fieles que lo aclamaban en la plaza de San Pedro, ya comenzaron a marcar diferencias con el argentino. Los modos, las maneras de estar, el tono de voz, se nota que son diferentes; ¡es inevitable, no puede ser de otra manera!

Una opinión que he encontrado, y que resume quizá lo que se pueda decir hasta ahora es esta: «En sus primeras apariciones ha evitado centrarse en sí mismo, y ha adoptado un tono humilde y de continuidad, calificándose como ‘ fiel’ de una tradición milenaria. Su mensaje trata de cerrar heridas y reducir posibles tensiones». Es verdad que algo se puede intuir, pero no demasiado.

Solo hay que consultar las editoriales de columnistas habituales de los periódicos digitales religiosos, para darse cuenta que todos están con las «orejas tiesas» para intentar descubrir alguna pista que apoye lo que son sus presupuestos ideológicos. Y aunque todavía no ha habido tiempo, todos intentan aparecer como favorecidos por lo que el papa dice, y están encantados con él. 

El tema más conflictivo, es el de la «sinodalidad», Francisco ha dejado como testamento un calendario de acciones hasta 2028, en los que se continúa con todo lo hecho hasta ahora. El afianzar esta dimensión eclesial (ser sinodal) era el sueño del papa difunto, León XIV cuando ha hablado del tema siempre se ha referido a la continuidad, pero él sabe, que es la cuestión que ha levantado más ampollas, y los pasos que dé van a ser muy medidos. El mes de julio puede ser clave para aclararlos un poco más. 

Llevar el timón de esta nave, es tan complejo, que solo de pensarlo me pongo a temblar. Por eso, solo nos queda esperar, rezar mucho por él, y desear que los dones del espíritu se hagan presentes en su mente para presentar al mundo del siglo XXI una Iglesia pobre, misionera y cercana a todas las personas de buena voluntad. 

¡Buen fin de curso!

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