Historia de resiliencia
Juan Carlos, el artesano de Plasencia que salió de un coma
Vecino de La Pesga, se instala de lunes a viernes en la puerta del Sol con un puesto de artesanía de piel
Hace más de quince años, un accidente de tráfico le dejó con medio cuerpo paralizado y un daño cerebral que trata gracias a su taller

Juan Carlos Iglesias, el artesano que salió de un coma, en la puerta del Sol de Plasencia. / RAQUEL RODRÍGUEZ

Es difícil no fijarse en Juan Carlos Iglesias cuando uno pasa por la puerta del Sol de Plasencia por las mañanas. Dos cosas llaman la atención de él, el cencerro que hace sonar incansablemente y te lleva a imaginar montes, cabras y vacas y su sonrisa de oreja a oreja.
Nada hace pensar que detrás de esa expresión y su conversación alegre hay una historia de superación y resiliencia, la que cuenta sin tapujos porque, aunque no lo diga, seguramente está orgulloso de lo que ha conseguido.
Taller ocupacional
Junto a los artículos de piel que fabrica con sus propias manos y vende de lunes a viernes en Plasencia, Juan Carlos Iglesias García explica que lleva 15 años con su puesto de venta de artesanía en la puerta del Sol.
Conduce unos 60 kilómetros, desde el pueblo de La Pesga, donde nació y vive y, cuando termina la jornada, regresa a su taller ocupacional, el que ha montado él mismo para recuperarse de «un daño cerebral que tengo, para hacer varias terapias a la vez y ejercitar el cerebro y también físicamente» fabricando los materiales de piel que después vende.
Accidente de coche
A punto de cumplir 54 años, Juan Carlos relata que tuvo un accidente de coche. «Iba conduciendo y me quedé dormido. Me salí de la vía y me clavé la cabeza en el techo de la furgoneta. Me partí la C1, la C2 y la C3». Como consecuencia, tiene una parálisis completa del lado izquierdo del cuerpo.
Además, señala que permaneció en coma unos 60 días y, después de salir del hospital, «me desahució la Seguridad Social y me pasaron al seguro del automóvil». Estuvo en un centro durante tres meses, con un «armazón de acero por todo el cuerpo, un collarín de acero y un halo craneal que, en ese tiempo, se me fue clavando en la frente hasta perforarme el cráneo». De hecho, las marcas son todavía visibles.
Hostelero
En su opinión, «tendrían que haberme derivado a Badajoz para que me ajustasen el halo cada diez días». Sin embargo, eso ya ha quedado en el pasado, como también su trayectoria laboral antes del accidente.
Juan Carlos ha sido «encargado general de la primera franquicia de Rodilla y he regentado varias cafeterías y restaurantes en Madrid, en la parte sur de Madrid, en Leganés, en Fuenlabrada y en Alcorcón». Además, «trabajé en la noche en todas las discotecas que había en Leganés».

Juan Carlos Iglesias, en su puesto de la puerta del Sol de Plasencia. / RAQUEL RODRÍGUEZ
Ahora, su vida ha dado un giro de 180 grados porque le han concedido la incapacidad permanente debido a que «tengo una discapacidad muy grave y la movilidad severa reducida. Mi situación no es compatible con ninguna actividad», apunta.
Transformación
Sin embargo, explica que sí puede trabajar con las manos y así consigue ejercitarse físicamente y mentalmente. «Lo tengo mandado por los médicos del centro de daño cerebral y del Luis de Toro».
Afirma que así entrena al cerebro y ha conseguido «llevar un razonamiento casi normal con las personas, hablar día a día con cada uno me ayuda. A veces tengo alguna lagunilla y me quedo en blanco. No sé lo que voy a explicar».
Pero su desparpajo y su alegría le convierten en un buen comercial. Asegura que fabrica unas «200 referencias» de productos de piel «de primera calidad, de vaca y becerro».
Todos los productos
Así, vende desde cinturones a «carteras, monederos, bolsos, collares para cabras, para ovejas, para caballos... Tengo más referencias en casa, donde hago cabezales y cosas de guarnicionería».
Afirma que vende «de todo» y pone un ejemplo pintoresco. «En cualquier momento, puede llegar cualquier cliente. Vamos a poner un rico de Madrid que viene a una montería y te saca un bastón, lo desenrosca y dice: ¿a qué no tienes para poner aquí, para cuando quito el bastón, para guardar esto? Porque aquí pongo una horquilla de apoyar el rifle. Digo, sí lo tengo, lo tengo aquí preparado para que viniera usted. Y lo saco».
De poner su puesto los martes y viernes ha pasado a hacerlo de lunes a viernes. Destaca que en Plasencia «me tratan muy bien, me lo paso muy bien y me ayuda mucho comunicarme y conocer a mucha gente, sobre todo por mi actividad neurológica».
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