Todo lo que rodeó a la presentación de Xabi Alonso como nuevo entrenador del Real Madrid pareció natural. Habitual, incluso, aunque no lo fuera. Y no porque el tolosarra regresara a una casa que conoce de sobra, cinco años como futbolista y uno como técnico de las inferiores. Sino por el dominio de la escena que demostró en la sala de prensa de Valdebebas. Lo más importante en tu primer día en un nuevo trabajo es no meter la pata. Y Xabi lo cumplió a rajatabla.
"Emoción, energía y ambición" son los ingredientes principales del menú que quiere cocinar durante los tres próximos años como entrenador del Real Madrid. El dibujo, el papel de Vinicius y Mbappé, el futuro de Rodrygo, la marcha de Modric y la posible incorporación de otro centrocampista fueron cuestiones que esquivó como un elegante contorsionista.