Una historia de superación
Un manto de Alejo Leal a la patrona de Cáceres: «Quería agradecer esta segunda oportunidad»
El conocido traumatólogo cacereño que fue dado por muerto hasta en dos ocasiones mientras estuvo en la UCI durante la pandemia da testimonio de vitalidad y de gratitud con un singular gesto a la Virgen de la Montaña

Detalle del manto para la Virgen de la Montaña. / JORGE VALIENTE

Un 13 de mayo Alejo Leal empezó una nueva vida. Es una fecha que no olvidará jamás de una época que no olvidará nadie en este país. Hace cinco años, una pandemia asoló al mundo entero y a punto estuvo de llevarse con ella al médico cacereño. Hasta en dos ocasiones le dieron por muerto, la primera el 8 de abril, paradójicamente el día de su cumpleaños, y la segunda, el 25 de abril. Durante dos meses permaneció en la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI) en unos meses en los que la incertidumbre y el confinamiento se convirtieron en las palabras más relevantes.
De aquel momento recuerda que él no quería morirse. Presenció, para su desgracia, la muerte de muchos de sus compañeros, pero él siguió adelante. Su salida de la unidad de cuidados intensivos fue todo un acontecimiento, para los sanitarios, compañeros de profesión y para toda una ciudad. Fue casi un acto de resistencia en un momento en el que el bombardeo de fallecidos era desproporcionado. «Me emociono cuando lo veo», confiesa el cacereño. No es para menos, no todos los días se sobrevive a la muerte con ese empeño por quedarse en este mundo. «Eso estará siempre presente», anota, «y tiene que estarlo para agradecer esta segunda oportunidad». En esta segunda vida, como él mismo dice, solo le queda gratitud. A los sanitarios que le salvaron, a su familia, a todos los que estuvieron y a su propia ciudad.
Así, en ese intento de devolver tanta generosidad que ha querido materializar en estos últimos cinco años, los primeros de esa nueva vida, ahora, otro 13 de mayo, pero cinco años después, el cacereño pone en pie uno de los agradecimientos más especiales. «Quería que coincidiera la fecha», expone. Como ocurre con muchos vecinos de Cáceres, su familia, su madre, le inculcó el amor por la patrona.

Manto para la virgen donado por Alejo Leal. / JORGE VALIENTE
«Siempre he sido un apasionado de la Virgen de la Montaña, subíamos al santuario, teníamos mucha tradición», reconoce. De hecho, para dar muestra de su fervor, una de las primeras cosas que hizo cuando se recuperó del coronavirus fue subir a la montaña en bicicleta, otro ritual que mantenía antes del contagio y mantiene después. Fue en ese momento cuando preguntó cómo podía hacer para dar las gracias a la patrona por la protección y se informó acerca de cómo donar una pieza a su más que extensa colección de mantos, que superan ya los doscientos.
"Quiero uno que sea bonito"
«Quiero uno que sea bonito». Esta es la única directriz que le dio a una experta en su confección. De hecho, es la persona que firma muchas de las piezas únicas que luce la patrona de Cáceres en público. Su nombre es Marisa Antequera, de Cáceres «de toda la vida», pero afincada ahora en Gijón. Curiosamente, en este último Novenario en abril ha lucido dos mantos, uno verde (140) que usó en el besamanto, otro rosa (176) y uno nuevo en amarillo (202), que usó otra jornada histórica, la del apagón total en el país. Con «confianza plena» confiesa que se encomendó a las manos de Marisa y le realizó un encargo único. De su creatividad ha salido el excepcional manto que luce la patrona de Cáceres desde este jueves en el santuario aunque es el mismo 13 de mayo cuando se presenta oficialmente, coincidiendo con la festividad de la Virgen de Fátima y con la singular fecha en la que el protagonista volvió a nacer. Como la generosidad con generosidad se paga, Marisa le ha devuelto en un emotivo regalo en forma de un pequeño manto para la Virgen primigenia a nombre de sus nietas.
«Yo salí para adelante, cuando me despertaron, fue muy duro, porque muchos compañeros habían fallecido. Lo pasé mal, pero ahora todos los recuerdos que tengo son positivos, me ayudó todo el mundo, a mí me hacía mucha ilusión darle las gracias a la Virgen, tenemos una ciudad impresionante y quería dejar un recuerdo de futuro», concluye.
Poder ayudar a la gente
Si hay algo que llama la atención en toda la historia de superación de Alejo Leal es la urgencia con la que quiso regresar a ejercer lo que él considera su verdadera vocación, la medicina. Tardó tan solo escasos meses después de haber salido de la UCI en incorporarse a la consulta, el 1 de octubre de ese año. «En enero ya me puse a operar», recuerda. «Quería intentar ayudar a todo el mundo haciendo lo que mejor se hacer».
La medicina a la que ha dedicado su vida le salvó como si todo se tratara de un gesto de gratitud infinita. Él tomó ese mismo testigo, continúa haciendo lo mismo desde entonces. Su consulta sigue abierta y su vocación, intacta. Y así piensa seguir unos cuantos años más, los que la profesión considere. Compaginará esta labor con sus continuas subidas al santuario en bicicleta donde desde este jueves, o desde el próximo martes, ya forma parte para siempre del presente y del futuro de su patrona.
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