La excelencia de los productos naturales y el buen hacer de sus cocineros es otro gran atractivo
Quince espacios de visita inaplazable
Extremadura es el espacio perfecto para los amantes del turismo slow, en el que la experiencia, la interacción con la realidad es lo que cuenta. Vida a otro ritmo, en medio de una naturaleza perfectamente conservada, culturas ancestrales, fiestas sorprendentes y una gastronomía acreditada en todo el mundo gracias a unos ingredientes únicos

Dos amantes de la ornitología en el Salto del Gitano (Parque Nacional de Monfragüe. / Juan José Ventura

No es de extrañar que el turismo extremeño esté en uno de sus mejores momentos. Ya no es la gran desconocida, sino una importante opción para los viajeros nacionales e internacionales más exigentes. Prueba de ello es que cada año llegan a la región 2 millones de visitantes.
Extremadura, permite un viaje a través del tiempo. Prueba de ello son ciudades como Cáceres, Mérida o Guadalupe, Patrimonio de la Humanidad. Pasear por el casco histórico de Cáceres es sumergirse en el Medievo y el renacimiento a través de sus callejuelas y sus rincones. La experiencia es tal que es escenario de rodajes de películas y series cada año.
El conjunto arqueológico de Mérida es Patrimonio de la Humanidad desde 1993 y en ella se refleja el paso de innumerables culturas. Puente Romano, templo de Diana, acueducto de los Milagros, circo romano, anfiteatro y teatro son ejemplo del múltiple patrimonio. El Museo Nacional de Arte Romano, diseñado por Rafael Moneo, es visita obligada y una de las grandes citas culturales del país es el Festival Internacional de Teatro Clásico que se desarrolla durante todo el verano.
No menos interesante son dos cenobios: El Monasterio de Guadalupe y el Monasterio de San Jerónimo de Yuste. Guadalupe es centro de la devoción mariana y funde los estilos gótico, mudéjar y renacentista. Las joyas de escultura, pintura y libros que atesora son incalculables. El claustro y las obras de Zurbarán, entre otros autores son impresionantes. Por su parte, el Monasterio de Yuste, Patrimonio Nacional, es un lugar que encandila al viajero por su serenidad, belleza y armonía. No es de extrañar que fuera elegido por Carlos V para el fin de sus días. La visita es más que recomendable y permite ver las estancias y el dormitorio desde donde el monarca podía contemplar los oficios religiosos sin moverse de la cama.
La naturaleza es uno de los grandes argumentos para visitar Extremadura. El principal de ellos es el Parque Nacional de Monfragüe, donde puede comprenderse la importancia de la flora y la fauna en diversos ecosistemas. Están trazadas diferentes rutas y cuenta con excelentes miradores, entre los que destaca el Salto del Gitano, perfecto para la observación de rapaces, así como una visita al Castillo. Propuesta perfecta para realizar en familia.
Extremadura dispone de paisajes vírgenes, con más de medio centenar de espacios naturales protegidos, 4 de ellos con reconocimiento de la Unesco: las Reservas de la Biosfera de Monfragúe, Tajo-Tejo Internacional y la Siberia, así como una completa red de rutas senderistas.
El Valle del Jerte, cuya floración de los cerezos es todo un acontecimiento o el Otoño Mágico del Valle del Ambroz, Fiesta de Interés Turístico Internacional también se han consolidado como propuestas en las que la naturaleza es su mayor baza.
El patrimonio arqueológico es otro de los atractivos. Recientemente, los hallazgos del yacimiento de Casas del Turuñuelo ha puesto el foco sobre Guareña, donde se ha arrojado luz sobre la cultura tartésica gracias a las primeras esculturas documentadas. Los descubrimientos son constantes y dibujan a la región como cuna de civilizaciones.
También prueba de la importancia de la región en la época romana es el Puente de Alcántara, una espectacular obra de ingeniería construida en los años 104 y 106 para potenciar las comunicaciones con Portugal, construida por Cayo Lucio Lacer en honor a Trajano. Todavía está en uso y se está construyendo en la actualidad un puente paralelo. La visita a Alcántara también es muy recomendable especialmente a su Conventual de San Benito, donde cada año se desarrollan los espectáculos de una afamado Festival de Teatro Clásico.
Si queremos seguir disfrutando de patrimonio en perfecto estado de conservación Trujillo puede ser otra de nuestras propuestas. Conocida cuna de conquistadores, tiene una plaza Mayor espectacular, presidida por una gran estatua de Pizarro, conquistador nacido allí. Acoge acontecimientos como la Feria Nacional del Queso, a principios de mayo, que atrae a miles de cheesselovers. No dejen de visitar el Palacio de la Conquista, con cinco siglos de historia.
En el sur de la provincia de Badajoz Reina es una excelente opción para el viajero, con dos lugares de visita inexcusable: la alcazaba árabe y el teatro romano de Regina, que fue uno de los más importantes del imperio, con capacidad para 1.000 espectadores.
Puede ser buen momento para acercarse al santuario de Nuestra Señora del Ara, con unos frescos barrocos que muchos comparan a los de la Capilla Sixtina y recogen distintas estampas del génesis. La ermita es del siglo XV. Es un buen complemento a una visita a la cueva de la Jayona.
También en la provincia de Badajoz, el castillo de Medellín, en un alto junto al río Guadiana permite al viajero sentirse como un rey. También tiene unos imponentes restos arqueológicos y monumentos como la iglesia de Santa Cecilia, Santiago o San Martín.
El casco histórico de Zafra también ofrece al viajero la oportunidad de recorrer un pueblo histórico, con un castillo que es Parador Nacional, sus plazas Grande y Chica y una tradición ganadera que cada año tiene su momento de esplendor en la Feria Internacional Ganadera de Zafra, que concentra miles de visitantes.
En Badajoz, la Plaza Alta es el auténtico icono de una ciudad de sabor transfronterizo. Esa plaza Alta acogió mercados durante la edad media. Tampoco hay que perderse la Alcazaba, las casas mudéjares, Puerta de Palmas o la plaza de San Juan, donde se encuentra la catedral.
Plasencia, en el norte de la provincia de Cáceres, es la puerta de entrada a numerosas comarcas naturales de la región como la Vera, las Hurdes, Valle del Jerte, Valle del Ambroz. Fue fundada por Alfonso VIII en 1186 y desde entonces árabes y romanos han sido moradores de esta tierra estratégicamente situada. Sus espectaculares palacios, las dos catedrales unidas y la plaza Mayor son asombrosas. El Martes Mayor, en agosto, es su gran fiesta, que la convierten en crisol de los productos de la huerta y la artesanía.
En el valle del Ambroz, Hervás es todo un ejemplo de judería especialmente bien conservada. La disposición laberíntica de sus calles y la arquitectura tradicional ofrecen al viajero una experiencia única.
Gastronomía
Una gran parte de los viajeros que pasan por Extremadura la eligen por su gastronomía. La excelencia de los productos naturales y el buen hacer de sus cocineros, con restaurantes en la cima del reconocimiento nacional e internacional, son atractivos de peso. En la región hay de todo y para todos, con propuestas gastronómicas sostenibles. La Ruta del Ibérico Dehesa de Extremadura, la Ruta del Queso, o productos como la Torta del Casar o el Pimentón de la Vera, permiten recorrer la región siguiendo el buen hacer de cocineros y productores de alimentos de calidad.
Fiestas como la Pedida de la Patatera de Malpartida de Cáceres, la Fiesta de la Matanza Tradicional extremeña en Llerena, la Fiesta de la Chanfaina en Fuente de Cantos, el Día del Jamón de Monesterio, la Fiesta de la Vendimia en Villafranca de los Barros, las Jornadas Transfronterizas del Gurumelo o la Fiesta de la Tenca en la Mancomunidad de Tajo-Salor son ejemplos de la importancia de determinados productos y elaboraciones.
A todo ello hay que unir la Feria Internacional del Queso de Trujillo, el Salón del Jamón de Jerez de los Caballeros o la Primavera Enogastronómica.
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