Opinión | Editorial
Las oportunidades que Extremadura no puede dejar pasar
Extremadura se ha convertido en la comunidad autónoma donde más se han implantado nuevas industrias de toda España en el último año

Trabajadores en una empresa transformadora de tabaco en Talayuela.
Los datos macroeconómicos sonríen a Extremadura y los gurús de la economía creen que el futuro pinta bien. Eso es al menos lo que reflejan informes de solvencia, como el del BBVA, cuando auguran un crecimiento de su Producto Interior Bruto (PIB) tres décimas superior al de la media nacional para el año que viene. La ansiada industrialización es palpable sobre el papel, con un incremento de la tasa de negocio frente a una tendencia general negativa en el conjunto del país. Extremadura se ha convertido en la comunidad autónoma donde más se han implantado nuevas industrias de toda España en el último año. Las exportaciones marcan récord. El global, que superó los 3.000 millones de euros durante el pasado año, tiene todavía recorrido, pero las perspectivas de cierre del presente ejercicio son, también, de crecimiento sostenido.
Todo ello redunda en un factor determinante para asentar el nuevo modelo económico de la región: la confianza empresarial crece frente a lo que ocurre en otras regiones con más dificultad para mostrar su pujanza. En esa expansión de la empresa en Extremadura tienen que ver indicadores como la facilidad de financiación. Uno de los requisitos traducidos en ayudas y subvenciones que han obtenido gran éxito de convocatoria, como las destinadas a las pequeñas y medianas empresas o a los autónomos por parte de la Junta extremeña, a las que se añade el reto emprendido por las distintas istraciones implicadas en agilizar los trámites burocráticos, necesarios pero que, a veces, pueden condicionar de forma desproporcionada la puesta en marcha de proyectos para crear empleos capaces de asentar población.
Sin embargo, quedan otros muchos factores que deben corregirse para asentar a Extremadura como provincia desarrollada. Es cierto que las cifras de desempleo se han comportado bien en el último año con reducciones significativas, la última el pasado mes de noviembre, en el que más de 500 personas abandonaron las listas del paro. Pero ese dato debe ponerse en contexto: la bajada del paro coincide también con una merma demográfica que tiene su reflejo en los efectivos laborales. Según los datos del Instituto Nacional de Estadística, Extremadura sigue siendo una de las regiones de la que salen más trabajadores frente a los que entran. La llegada, por ejemplo, de inmigrantes, que hacen crecer las ciudades (no así la población de los núcleos más pequeños de Cáceres y Badajoz) aún no es suficiente. Según esa estadística sobre los asalariados, son prácticamente el doble los trabajadores que se marchan, 5.435, que los que entran, 2.907.
Hay fuga evidente de talento y se producen situaciones paradójicas. La tasa de paro, que ha descendido casi 3,5 puntos en año y medio, se sitúa un 13,79%. Sin embargo, los empresarios de la construcción se quejan de la falta de mano de obra especializada. La patronal de las tecnológicas avisa de la ausencia de perfiles adecuados a las exigencias del nuevo tipo de industria con la que Extremadura pretende encabezar la ansiada transformación socioeconómica. Y hasta los autónomos agrupados en UPTA calculan que será necesaria la incorporación de 1.200 inmigrantes para garantizar el relevo generacional en las microempresas extremeñas. Tampoco han sido significativos los avances en la renta media de los habitantes de la región, la más baja de toda España, con menos de 19.000 euros anuales. La convergencia con Europa está lejos, aunque esa distancia sobre el 75% de la renta media de la UE otorgue a Extremadura condiciones ventajosas para poder acortar la brecha que persiste con los territorios más desarrollados.
Para cerrarla definitivamente todavía hay tarea por delante. Un trabajo que requiere políticas certeras y cierre de filas a favor del progreso. Apuestas y reconocimientos como los que EL PERIÓDICO EXTREMADURA, junto a La Crónica de Badajoz, ambas cabeceras de Prensa Ibérica, realizan anualmente para tomar el pulso al mundo empresarial de Cáceres y Badajoz, la última el pasado lunes con los Premios Empresario en la provincia pacense. Crear empleo de calidad supone todo un reto que requiere certidumbre, que a su vez viene determinada por las actuaciones tanto de los agentes sociales como de los políticos. A estos últimos cabe exigirles que el sentido de región se imponga sobre intereses y juegos partidistas. La deriva de esta última semana, en la que han sido noticia los desplantes en la negociación de un elemento trascendental como los presupuestos regionales de 2025, azuzados por tácticas electoralistas de determinados grupos, o los enfrentamientos internos entre otras fuerzas políticas, pueden minar la confianza imprescindible para continuar el ascenso de toda una comunidad autónoma. Extremadura no puede perder ni una sola de las oportunidades que le brinden el futuro que merecen los extremeños
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