Opinión | A la intemperie

¡Vaya valla!

La selectividad tiene sus taras y, ahora también, sus faltas…

Un estudiante durante uno de los exámenes de la PAU.

Un estudiante durante uno de los exámenes de la PAU.

Hayedos los de Irati. Y para ayos, Bradomín, que nació para ayo de un príncipe. Allá Valle. Yo lo leí a la edad en que las letras te atropellan para los restos. Valle Inclán, el de las luengas barbas. Si hubiera leído a Ortega o a Cernuda quizá me habría ido mejor, de lo que no tengo duda es de que no habría sido yo. Leí a Valle y así me quedé, cataléptico. Los hayedos de Irati y, en Orbaiceta, Zumalacárregui. Roncesvalles y, en la cuesta abajo del camino de Santiago, los sanfermines. Ya ven… yo quería hablarles de un error ortográfico y, sin poderlos frenar, los pensamientos acaban corriendo el encierro… Error, que no errata, como se ha escrito por ahí. Por cierto, el corrector de este programa no reconoce la palabra ayo. Está claro que no leyó a Valle. Lo haya leído o no lo halla (sic) leído… lo mismo da. Eso sí, para remediar ayo me sugiere mayo… sin caer en la cuenta de que estamos en junio ya.

¡Vaya, vaya!, que no es lo mismo que ¡vaya valla! El que esté libre de pecado… No seré yo quien tire la primera piedra, no sea que mi tejado sea de cristal. ¿Quién no peca contra los mandamientos de la RAE? ¡Cuántas faltas no habré cometido! Algunas las he descubierto tarde… No les digo ni cuáles ni cuántas. Yo. Y también el profesor que redactó el examen de Física de la selectividad extremeña. Sin embargo, su error no es cosa de uno, sino de más de uno. Que digo yo que exámenes de tanta importancia en la vida de los examinandos bien merecen ser redactados por más de uno y repasados por más de dos antes de darlos a la imprenta. Es la Universidad de Extremadura la que está en solfa. En solfa de sus propios alumnos. Alumnos que, dicho sea de paso, ni tienen corrector ni pueden consultar con nadie sus respuestas. Así que mal no el profesor que resbaló, o no solo, sino la universidad que no lo socorrió.

Exámenes de tanta importancia en la vida de los examinandos bien merecen ser redactados por más de uno y repasados por más de dos antes de darlos a la imprenta. Es la Universidad de Extremadura la que está en solfa. En solfa de sus propios alumnos. Alumnos que, dicho sea de paso, ni tienen corrector ni pueden consultar con nadie sus respuestas

Corren malos tiempos para el verbo. Yo mismo, cuando manuscribo, siento que he perdido destreza. La que tuve y ya no tengo. La del callo en el dedo corazón de la mano derecha. Ni se lee, ni se escribe… se jeroglifica (sin tilde). Jeroglificar, que «escribir es crear palabras» según nos enseñó aquel trueno vasco que fue Unamuno. ¿Qué hubiera dicho de este asunto aquel rector? Ya se sabe que haya es un árbol, y de no serlo, lo más probable es que sea o bien la primera o bien la tercera persona del singular del presente de subjuntivo del verbo ‘haber’. Y halla, de ser algo, es la tercera persona del singular del presente de indicativo o, como mucho, la segunda del singular del imperativo del verbo ‘hallar’. ¡Vaya lío! ¡Allá tú!, que, aunque con elle, tampoco es del verbo hallar. Esto se sabe… aunque no siempre se recuerde. Lo malo es resbalar en la carrera oficial al paso del Cristo. O hacerlo el día de la PAU y que te cierren las puertas de la facultad de tus anhelos.

Tengo una postal manuscrita por Joselito, el rey de los toreros, en que escribe que «desde que ha llovido a refrescado». Joselito, que no creo que llegara a cabo segundo de los pendolistas. Pero la Universidad… La selectividad tiene sus taras y, ahora también, sus faltas. En fin, me vuelvo a mis Sonatas, que «el que más vale no vale tanto como vale Valle». Ese sí que sabía escribir…

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