Opinión

Koldo, grÁbalos y también a Santos Cerdán

Santos Cerdán.

Santos Cerdán. / EFE

La corrupción constructora que no constructiva es tan consustancial a cada Gobierno que la sorpresa vendría antes de su ausencia que de la confirmación en curso en el seno del PSOE de Pedro Sánchez. El asombro de la última variante de la hidra proviene de la desconfianza íntima entre los altos cargos socialistas, que solo se intercambiaban confidencias con un micrófono de por medio. Koldo, grÁbalos y también a Santos Cerdán. El Tribunal Supremo, por mucho que su prestigio raye a la altura de la Federación Española de Fútbol, extiende los ramales de la "organización criminal" hasta el punto de acreditar acusaciones de Víctor de Aldama, por citar a otro eximio fichaje del Gobierno. Ni el Vaticano resistiría una conmoción similar.

Ante el juez Supremo, que no tiene nada que ver con la torpe instrucción del fiscal general según puede certificar cualquiera que haya seguido los interrogatorios, el atrapado Ábalos puso un énfasis superlativo en señalar a Santos Cerdán como el dirigente de su partido que le endosó a Koldo como chófer para todo. El exministro no evidenciaba, denunciaba a su sucesor en la secretaría de Organización del PSOE. Ahora se comprueba que en el señalamiento no solo había despecho, sino también complicidad.

La grabación de la tripleta ofensiva Ábalos/Koldo/Cerdán es más indiciaria que el contenido, el PSOE ha confiado a ciegas en personajes que recelan de sí mismos. Si el chófer ennoblecido por los socialistas consideraba necesario preservar la conversación para la eternidad, no era para presumir de interlocutores ante sus familiares. Hay que aplazar la reflexión sobre si una empresa que paga presuntas mordidas al PSOE solo paga presuntas mordidas al PSOE, para centrarse en el "tiempo habrá para opinar" que filosofa Bolaños. Hasta el reloj se ha puesto en contra del Gobierno, aunque mucho cuidado con el adagio "si cae Cerdán, cae Sánchez", tantas veces desmentido.

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